Tras las intensas tormentas que el pasado fin de semana castigaron al pequeño pueblo tucumano de Burruyacú, situado a casi 67 km. al noreste de la caudal provincial, el rio Tajmarar recuperó su cauce habitual, dejando a la luz restos fósiles de un milenario gliptodonte que fueron descubiertos, por azar, por un criatura de tan solo 7 primaveras.
El inesperado hallazgo protagonizado por Erik Díaz tuvo área mientras el criatura se encontraba siguiendo a los caballos de la finca en la que trabaja su padre, Sergio, que se habían desviado de su represión habitual,
Fue así, que mientras intentaba hacerlos regresar a la ruta correcta, sorpresivamente, se encontró con una muro de arcilla roja de la que asomaban unos extraños huesos que despertaron su curiosidad.
Tras darle la aviso a su padre e intentar en vano extraerlos con sus manos, llamaron al dueño de la finca para contarle que creían poseer incompatible restos de un dinosaurio en su propiedad.
“Le pedí a mi papá que lo saquemos para llevarlo a la escuela porque la seño nunca había conocido uno y ahí no tenemos dinosaurios. Los tres (con mi mamá, Brisa) estábamos mojados y sucios por quitar el dino”, comentó Díaz, en una entrevista con Diario Cuarto Poder de Tucumán.
Al día subsiguiente del hallazgo, Erik concurrió a la Escuela Doctor Menor Paz con unos pequeños fragmentos fósiles para mostrárselos a sus compañeros, a su maestra y a Nuria Monserrat Foix, la directora del establecimiento, quien, rápidamente, se puso en contacto con el Instituto Miguel Lillo para ponerlos al tanto de la situación.
Así fue que, si proporcionadamente los profesionales determinaron que los huesos correspondían a un gliptdonte milenario, reconocieron que, para terminar de confirmarlo fehacientemente tenían que extraer el resto de los huesos que estaban ocultos en la finca.
Por otra parte, quieren confirmar si se prostitución del mismo prototipo que se encontró. en esa zona. en octubre de 2021. “En un dominio cercana a la ubicación contemporáneo, en octubre de 2021, extrajimos algunos fragmentos de la coraza de un gliptodonte. Sin requisa, por aquel entonces hubo partes que fueron imposibles de rescatar porque se encontraban en una barranco con una inclinación tieso muy pronunciada y había aventura de desplazamiento frente a cualquier movimiento imprevisto”, explicó el paleontólogo Pablo Ortiz, curador de la colección de Paleontología de Vertebrados de la Fundación Miguel Lillo.
“Ahora, debemos determinar si se prostitución del mismo prototipo u otro. Igualmente, junto a rememorar que en entreambos casos la ley establece que una vez que se retiran del área los fósiles deben ir sí o sí a una colección científica pública. En Tucumán, por ahora nosotros somos los únicos que disponemos de esas condiciones”, concluyó el diestro.
Creditos a Luis Rodriguez
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