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No importa la plataforma ni el cálculo, son los humanos los que vuelven tóxicas las redes sociales | Tecnología


Las redes sociales cambian con los primaveras, pero el comportamiento humano tóxico persiste. Un debate persistente hoy en la agrupación es delimitar el impacto de las redes sociales en nuestras vidas y democracias, sobre todo si ha contribuido a hacer el debate manifiesto más tóxico. Un nuevo estudio publicado en Nature aísla varios comportamientos para intentar entender mejor dónde empieza y acaba la toxicidad en segmento. Analiza más de 500 millones de hilos, mensajes y conversaciones en ocho plataformas durante 34 primaveras.

El resultado es que la toxicidad está mucho más ligada a los humanos y no ha emergido específicamente ahora como resultado de las redes: “El estudio indica que a pesar de los cambios en las redes y las normas sociales a lo extenso del tiempo, persisten ciertos comportamientos humanos, incluida la toxicidad”, dice Walter Quattrociocchi, profesor de la Universidad de La Sapienza (Roma) y coautor anejo a otros académicos de su universidad y de la City University y el Instituto Alain Turing, en Londres. “Esto implica que la toxicidad es un resultado natural de las discusiones online, independientemente de la plataforma”.

Las plataformas analizadas de las que salen los mensajes en inglés son Facebook, Gab, Reddit, Telegram, Twitter, YouTube, Usenet (foro creado en 1979) y Voat (un agregador de informativo estadounidense). Los autores han definido toxicidad como “un comentario descarado, irrespetuoso o irrazonable que pueda hacer que alguno abandone una discusión”.

La toxicidad no ahuyenta

Otra novedad de este estudio que va en contra de lo que asiduamente se ha pensado de las redes es que la toxicidad no ahuyenta a los usuarios de una red. Al ser un reflexivo humano, se asume como poco natural en un entorno donde los usuarios no detectan otros indicios de conducta como los gestos o el tono de voz. “Los hallazgos del estudio desafían la creencia global de que la toxicidad disminuye el atractivo de una plataforma”, dice Quattrociocchi. “Muestra que el comportamiento del becario en conversaciones tóxicas y no tóxicas tiene patrones casi idénticos en términos de billete, sugiere que la presencia de toxicidad podría no disuadir la billete como comúnmente se supone”.

La investigación académica sobre comportamientos online tiene la dificultad de encontrar buenos datos que sirvan para distinguir qué comportamiento es propiamente humano y cuál es provocado por el diseño de la red y de sus famosos algoritmos. Este trabajo sobre la toxicidad intenta desventrar en parte esa diferencia. El resultado es que la toxicidad en las redes es producto más de la naturaleza humana que de la tecnología: “La toxicidad en conversaciones online no detiene necesariamente a la muchedumbre para participar ni promueve la interacción. Es más un reflexivo del propio comportamiento humano gastado a través de plataformas y contextos”, dice Quattrociocchi.

El estudio todavía ha contrario que la polarización y la heterogeneidad de opiniones puede contribuir más a las discusiones hostiles online que la propia toxicidad. Los usuarios pueden arruinar alargando la conversación y faltando el respeto a un rival político por opiniones encontradas más que por acertar comentarios groseros u hostiles. “Puede concluirse que la polarización, al promover interacciones con debates entre usuarios de diferentes opiniones, tiende a reanimar la billete en plataformas”, asegura Quattrociocchi. “Estas interacciones generadas por la controversia y el debate pueden tener veterano impacto al amparar la actividad de los usuarios que la toxicidad”, añade.

Este hallazgo puede ayudar a que las plataformas traten la moderación de contenido de guisa diferente y filtren mejor el contenido tóxico para que ese comportamiento humano sobreviva menos online: “Podrían diseñarse sistemas que fomenten debates saludables sin caer en la toxicidad y la moderación podría ser sensible a las complejidades del comportamiento humano”, explica el investigador italiano.

Aunque el estudio apunta que cierta toxicidad va ligada al comportamiento humano en redes, esto no implica que todas las interacciones en segmento estén condenadas a ser tóxicas o que los esfuerzos por mitigarlas sean inútiles. “La forma más efectiva de ceñir la toxicidad en segmento es hacer que las personas sean conscientes del comportamiento que tenemos online, y para eso necesitamos sobre todo formación mediática cognitiva”, dice Quattrociocchi.

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Creditos a jordi perez

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