Calcetines con las caras de los cantantes de la facción coreana BTS, abanicos artesanales y máscaras de la serie El mecanismo del calamar. Son algunos de los productos que se pueden comprar en las callejuelas de Insadong, un colorido arrabal en el centro de Seúl donde se mezclan las tiendas más tradicionales con las más modernas. En uno de estos locales, unas chicas ríen mientras se prueban quevedos y diademas con orejitas. Se preparan para hacerse fotos en uno de los fotomatones sin personal que triunfan entre los jóvenes en Corea del Sur y se viralizan en redes como Instagram y TikTok.
Una de las marcas de fotomatones más conocidas es Life4Cuts. Tiene 315 locales en Corea del Sur y, en ellas, unas 10.000 salas para hacerse fotos. La compañía estima que 22 millones de personas visitan sus locales cada año. En Instagram hay más de 1,1 millones de publicaciones con el hashtag Life4Cuts en coreano e incluso hay cuentas dedicadas a enseñar poses para las fotos. En TikTok los vídeos sobre cómo funcionan estos fotomatones acumulan miles de visitas. La compañía ha empezado a expandirse a otros países como Estados, Unidos, Japón o Reino Unido.
En el fotomatón de Insadong, además está Jimin, una chica de 30 abriles que entrevista la renta de Corea para ver exposiciones. Se mira al espejo y se atusa el pelo con las manos mientras prórroga impaciente a una amiga. “Cuando vengo a ver a mis amigos a Seúl, nos gusta emplear para hacernos fotos y así luego poder rememorar el momento”, explica.
Detrás de ella, hay una tabique con decenas de fotos colgadas. Mientras que algunas personas posan solas, en algunas imágenes aparecen hasta 10 jóvenes. Llevan puestos todo tipo de accesorios: desde quevedos de sol hasta lazos de Minnie Mouse, coronas de flores, pelucas, gorros de policía, diademas con tartas de cumpleaños o peluches o gorros gigantescos de dinosaurios y animales. Todos estos complementos están expuestos en el establecimiento y se pueden usar de forma gratuita.
Este recinto tiene tres cabinas separadas por una cortina para hacerse fotos en su interior. En ellas, hay una máquina rosa que permite designar cómo serán las fotos. A Jimin lo que más le gusta es que puede personalizar el situación. Encima del color, puede escoger si quiere que aparezcan en él personajes de Disney —como Lilo & Stitch, Dumbo o la Bella y la Bestia— u otros dibujos o animaciones pensadas para eventos especiales como un cumpleaños, Navidad o Año Nuevo.
El subsiguiente paso es designar cuántas fotos aparecerán en el situación: una, dos, tres, cuatro, seis u ocho. Lo más habitual, según explica Jimin, es hacerse cuatro fotos. Tras acreditar 5.000 wones coreanos —unos 3,6 euros—, hay que sentarse en un tira al que apuntan dos potentes focos. En frente, una cámara dispara cada 10 segundos. Los jóvenes posan y pueden ver en todo momento cómo van a salir en la foto en una pantalla que tienen delante.
Posteriormente, se imprimen dos copias de las fotos. “Así puede ponerse una cada novio”, explica Elena, una coreana de 27 abriles que trabaja como intérprete y entrevista estos fotomatones una vez cada dos semanas. Acto seguido muestra orgullosa en su móvil varias fotos que ella misma se ha hecho con su pareja. Las imágenes, adicionalmente de imprimirse, pueden descargarse en formato digital escaneando un código QR. Elena explica que hay quienes dejan colgada una de las copias impresas en el recinto o la guardan en un cuaderno de fotos en casa.
Al igual que centenares de usuarios, Jimin suele compartir en Instagram las fotos que se hace, con hashtags como #felizcumpleaños. Pero además hay quienes simplemente quieren tener un rememoración físico. Es el caso de Jinyoung, una inexperto que vive en Seúl y entrevista estos fotomatones dos veces al mes para hacerse fotos sola o con sus amigas. En este caso, sus acompañantes son sus primas, dos veinteañeras de entrevista en Seúl. “Lo que más nos gusta de hacernos fotos es que nos reunimos. Eso es lo más valioso”, asegura Jinyoung mientras sonríe y se tapa tímidamente la boca con la mano.
Las fotos que se ha hecho con sus primas dejan vislumbrar que en eso de posar tienen experiencia. En algunas, llevan sombreros y otros accesorios curiosos —como un capucha que convierte su cara en una cántaro de cerveza—. Ponen morritos, sonríen, se llevan las manos a la perilla y hacen corazones con los dedos. A posar además se aprende y Life4Cuts aconseja en su web posturas para hacerse fotos solo, con pareja o con amigos.
“Reúnase en orden de importancia. Poses grupales recomendadas”, sugiere en un vídeo. Abundan las poses en las que los protagonistas de las fotos forman corazones con sus brazos o sus manos. En algunas, posan juntando las puntas del dedo pulgar y el índice. Su intención con este semblante, que han popularizado algunas estrellas del k-pop, es distraer la forma de un corazón. Algunos artistas de BTS suelen hacer este gesto, que ya ha traspasado fronteras. De hecho, cuando visitaron en 2022 al presidente de Estados Unidos, Joe Biden, en la Casa Blanca, se hicieron fotos con él haciendo este corazón con los dedos.
Fotomatones que imprimen fotos en la era digital
Hilván con dar una dorso por las calles de varios barrios en Seúl para encontrar este tipo de fotomatones. La mayoría no tienen personal y hay algunos más sofisticados que incluso tienen planchas del pelo para que los jóvenes se peinen ayer de hacerse fotos. En plena era digital, ¿cuál es el secreto del éxito de estos locales que imprimen fotos en Corea del Sur?
Samy Lee, una intérprete de 35 abriles que nació en Barcelona y vive desde hace casi una decenio en Seúl, explica que las fotos en Corea siempre han estado de moda. “A los coreanos les encantan los selfies. Si vas a los sitios turísticos, verás que siempre ponen zonas para hacerse fotos”, afirma. En los alrededores de la Torre Namsan, más conocida como N Seoul Tower, miles de candados de colores con mensajes en coreano ocupan las rejas y jardines. Adjunto a ella, hay una cabina rosa en la que entran varios turistas. “Tómate una foto”, se puede acertar en la entrada.
Si admisiblemente estos locales se viralizan ahora en redes como TikTok e Instagram, no son nuevos, como explica Junho Jeong. Este coreano de 43 abriles asegura que él además iba a fotomatones con sus amigos hace unos 15 abriles. Recuerda que la principal diferencia era que, por aquel entonces, las máquinas imprimían pegatinas pequeñas que se repartían e intercambiaban entre ellos.
Cuando Jeong visitó hace unas semanas uno de estos nuevos fotomatones con su hija de 13 abriles, sintió poco de nostalgia. No tiene claro “si el éxito tiene que ver con las redes sociales o más admisiblemente está relacionado con que está de moda retornar al pasado”. Y hace esta consejo: “Mi reproducción creció con las fotos físicas y luego se acostumbró al smartphone. Ya nunca imprimimos fotos, ni siquiera las de nuestra grupo. Mi hija, en cambio, siempre ha vivido con el smartphone y tener estas fotos es una forma de tener un rememoración físico con sus amigos y su grupo”.
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Creditos a Isabel Rubio
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