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La mano de obra oculta tras ChatGPT: el drama de los ‘trabajadores espanto’ | Tecnología


Puede parecer encantamiento, pero no lo es. La crecimiento de la inteligencia químico (IA), constantemente celebrada por su innovación exponencial y sus capacidades revolucionarias, oculta un componente menos glamuroso pero crítico: su mano de obra remota. Esta parte de su condena de valencia, crucial, pero frecuentemente pasada por detención, me recuerda a la condena de suministro de la industria textil de hace unas décadas. ¿Cualquiera se ha podido olvidar de la tragedia del Rana Plaza, en Bangladesh, donde murieron más de 100 personas? Esta es una historia paralela. Mientras que, en la producción de la ropa trueque, el peligro que padecen los trabajadores encerrados en fábricas de países periféricos es físico; en esta otra industria, la digital, prevalece el peligro psicosocial. Es aseverar, el daño psicológico que sufren sus trabajadores oportuno a la constante exposición a contenidos brutales, perturbadores, traumáticos e indescriptibles. Su invisibilidad y su no-relación gremial les deja solos con las secuelas; a las que se suman los clásicos de la deslocalización a países sin estado de derecho: salarios precarios, trabajo no remunerado, explotación, injusticia, etc. Todos los vídeos que contienen asesinatos, suicidios, ataques sexuales o injusticia de niño que no llegan a estar en las plataformas han sido revisados y etiquetados por un moderador de contenido o por un sistema automatizado que ha sido entrenado con datos que han sido proporcionados por un moderador de contenido. Algunos ya están constituyendo los primeros sindicatos para defender sus derechos, pero no será suficiente. Es un nuevo desafío completo y requiere de normas que estandaricen las condiciones laborales en esta industria de rápido crecimiento.

La antropóloga Mary Gray los llamó “trabajadores espanto”. Personas que no vemos, trabajando en lugares remotos, entrenando los grandes modelos que hacen que el chat más notorio del mundo produzca contenido de calidad. No son solo personas adultas. Hay niños asimismo. Cómo aquellos que cosían los balones de fútbol. Sus condiciones laborales son muy diferentes de las que disfrutan los empleados de Silicon Valley, donde se puede ser millonario antiguamente de alcanzar a los 30. En esta otra sinceridad, la de la condena de suministro de la inteligencia químico, los chicos como Hassan, ganan menos de dos dólares por hora. Ahora tiene 18, pero empezó en Toloka, una plataforma dedicada a la anotación de datos, con 15 abriles. Es de una región de Pakistán. Sus amigos asimismo trabajan en estas plataformas a posteriori de clase hasta perfectamente entrada la oscuridad, según reporta Wired. Consiguen eludir los procesos de comprobación de la tiempo, y terminan realizando tareas que son psicológicamente agotadoras e inapropiadas. El problema del trabajo de niño en esta reconocida industria es poco de lo que no se acento.

Se dilación que el tamaño del mercado mundial de la colección y el etiquetado de datos magnitud los 17.100 millones de dólares en 2030, con una tasa de crecimiento interanual de casi el 30%. Es un espacio que cuenta cada vez con más competidores. Amazon Mechanical Turk, Appen, Clickworker, Comeup, Elharefa, Microworkers, PeoplePerHour, Prolific, SoyFreelancer, Scale AI (incluida su filial Remotasks), Terawork, o Workana son solo algunas de las compañías que el equipo de Oxford Internet Institute ha analizado para concluir que muchas de sus prácticas laborales son cuanto menos injustas. ¿Qué se puede hacer al respecto? El Entero Partnership of AI (GPAI) a través de su esquema AI Fairwork, y la compañía Sama han trabajado juntos a lo derrochador de un año auditando y mejorando, de forma voluntaria, sus operaciones en África y beneficiando a más de 4.000 trabajadores. Estos cambios demuestran el poder de la concienciación y el compromiso con las prácticas responsables. Para Mark Graham, profesor del Oxford Internet Institute, a medida que la tecnología transforma las sociedades y los mercados laborales, debemos recapacitar que hay cientos de miles de trabajadores con salarios bajos entre bastidores que están formando, anotando y moderando los conjuntos de datos sobre los que se construyen los nuevos productos y servicios. Por ello, es imperativo establecer unas normas mínimas de trabajo calibrado para todos los trabajadores de las redes de producción de inteligencia químico.

Al igual que sucediera en el sector textil, donde la demanda de los consumidores impulsó el avance de normativas y certificaciones éticas para mejorar las prácticas laborales y la transparencia, la industria de la inteligencia químico está emplazamiento a tomar medidas similares. Es necesario establecer un situación regulatorio completo que asegure prácticas laborales equitativas y prevenga la explotación de trabajadores vulnerables. La desigualdad completo es diploma tanto en la inteligencia químico como en la confección, con trabajadores de países en avance que reciben una remuneración mínima en comparación con sus contrapartes de países ricos. Esta brecha económica perpetúa una forma de explotación que beneficia desproporcionadamente a las empresas y consumidores de las naciones del ártico completo.

Frente a esta emboscada, resulta crucial optar por un camino que evite la explotación y se oriente en dirección a un futuro más sostenible y calibrado. Este cambio demanda un compromiso con la transparencia y la apadrinamiento de prácticas laborales dignas, así como el avance de estándares comunes. El sector de la inteligencia químico, en pleno auge, debe digerir las lecciones aprendidas de los errores cometidos por industrias previas, como la textil, y establecer un rumbo que priorice no solo la innovación, sino asimismo la dignidad y el bienestar de su fuerza gremial.

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Creditos a Lucía Velasco

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