Un misterioso y colosal incendio lleva más de 6.000 abriles ardiendo bajo tierra, según afirma un nuevo estudio llevado a extremo por un equipo de especialistas del Imperial College de Londres.
Según reveló a Sciencie Alert el profesor Guillermo Rein, principal autor del estudio, este misterioso aberración que tiene en vilo a toda la comunidad científica mundial, puntualmente se registra en el interior del Monte Wingen, incluso conocido como “la montaña fervoroso”, en Australia.
“Este antiguo incendio tiene extensión a 30 metros de profundidad y alcanza una temperatura de unos 1.000 °C. En tanto que se desplaza alrededor de el sur del país a una velocidad aproximada de un metropolitano por año”, explicó Rein.
“Es lo que se conoce como un incendio de veta de carbón, un aberración difícil de extinguir que ocurre debajo de la superficie terreno y si aceptablemente no produce llamas, a medida que avanza el fuego, calienta la montaña haciendo que se expanda y se agriete, dejando entrar oxígeno para que el fuego pueda avanzar. El fuego produce su propia chimenea y su propio suministro de oxígeno”, agregó quien visitó el extensión en el año 2014.
Si aceptablemente el aberración es prácticamente invisible desde la superficie, las permanentes columnas de humo y de cenizas sumadas a un robusto olor a azufre, a rocas descoloridas y a una tierra por demás cálida y húmeda al tacto constituyen la prueba irrefutable de este perdurable incendio bajo tierra.
“Donde el fuego no ha llegado, hay un hermoso bosque de eucaliptos. Donde está ahora no hay absolutamente carencia vivo, ni siquiera pasto. Y donde estaba hace 20 o 30 abriles, el bosque ha regresado, pero es un bosque diferente”, indicó el verificado anglosajón.
“Lo más seguro es que fue un incendio forestal de un exhalación que encendió un afloramiento o la ignición por calentamiento campechano. Siquiera sabemo cuánto tiempo más seguirá ardiendo el monte Wingen, pero sí que este tipo de incendios serán cada vez más frecuentes como consecuencia del calentamiento entero”, concluyó.
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Creditos a Patricia Daniele
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