Un explorador de origen canadiense se internó en el peligroso cráter de Darvazá, más conocido como la «Puerta del Abismo», con el propósito de tomar muestras del suelo que luego fueron examinadas por el bacteriólogo de la expedición. Según los investigadores, las evidencias recogidas del suelo aportaron pistas importantes sobre «la vida en entornos extremos».
George Kourounis se convirtió en 2013 en el primer explorador en examinar un temible cráter en llamas situado en Turkmenistán, zona que se conoce como la «Puerta del Abismo» adecuado a las altas temperaturas que alcanzarían los 1000 ° C, de acuerdo con el revista britano The Sun.
El explorador canadiense se internó en el pozo en llamas que ardió durante más de 40 primaveras en el desierto.
Entre las rocas fundidas y los gases calcinantes se podía apreciar a George Kourounis, equipado con un traje protector de color plateado. Durante 15 minutos, el hombre permaneció en el cráter con un ingenio de respiración y un arnés de Kevlar diseñado a medida.
El protagonista de la expedición emprendió la arriesgada travesía en la «Puerta del Abismo» para compendiar más información sobre ambientes extremos.
Allí descubrió una serie de hallazgos que, según el canadiense, aportaron evidencias sobre la existencia de actividad extraterrestre en nuestro planeta.
«La encomienda y el objetivo detrás de toda esta expedición fue tomar algunas muestras del suelo en el fondo (arena, básicamente) y ver si hay alguna bacilo extremófila viviendo allí», precisó George Kourounis.
Según el explorador, la posible existencia de alguna de estas bacterias sería una señal manifiesta sobre «la vida en estos entornos extremos».
“Hay planetas que han sido descubiertos fuera de nuestro sistema solar que tienen un dominio muy caliente y rico en metano, similar al que hay en el cráter», explicó Kourounis.
«Entonces, en esencia, estábamos buscando vida extraterrestre aquí mismo en la Tierra», detalló el explorador, que tomó muestras del suelo de la «Puerta del Abismo».
Dichas muestras fueron entregadas al Dr. Stefan Green, el bacteriólogo de la expedición.
Tras examinar las muestras, el sabio confirmó las sospechas de Kourounis.
En impacto, se descubrieron algunos tipos de bacterias en el suelo del fondo del cráter.
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Estos extremófilos, según el Dr. Stefan, se “enriquecen” adecuado a las peculiares condiciones del entorno, por ejemplo, la entrada temperatura de la «Puerta al Abismo» y los bajos niveles de nutrientes.
Adyacente a este descubrimiento de vida «inesperada» en uno de los lugares más inhóspitos de la Tierra, la «Puerta al Abismo» se asemeja a un paisaje extraterrestre, según George.
«El brillo anaranjado de las llamas hace que el suelo sea completamente anaranjado y las paredes del cráter se vean anaranjadas», dijo el explorador.
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El explorador comparó la «Puerta del Abismo» con Marte
“Efectivamente me recuerda a estar en un empleo como Marte, donde tienes ese suelo naranja o rojo», ilustró.
Transcurridas varias horas luego de la arriesgada correr, el explorador nacido en Canadá admitió que seguía sintiendo desasosiego.
«Puedo decirte que cuando estás parado en el borde de este descomunal cráter harto de fuego, es intimidante», confesó Kourounis, cuyas declaraciones fueron reproducidas en The Sun.
A pesar de su aspecto apocalíptico, la «Puerta del Abismo» no es un sitio indeterminado. “No estaba falta indeterminado, de hecho estás rodeado de llamas, entonces todo tiene este tono naranja”, graficó el experto.
Cuando George Kourounis descendió a esta zona peligrosa, lo invadieron muchas preguntas tales como: «¿Sobrevivirán estas cuerdas que me sostienen?», «¿Será respirable el céfiro?».
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«Estaba en un empleo donde ningún ser humano había estado nunca. Fue como pisar un planeta extraño», reveló el explorador, que describió su incursión en la «Puerta del Abismo» como un delirio «emocionante, arriesgado, peligroso, una primicia mundial y una contribución a la ciencia».
La zona incluso es conocida como el pozo de Darvazá, un cráter que permaneció encendido durante más de 40 primaveras. Un azar de túnel provocó que los científicos soviéticos le prendieran fuego para mosquear el exceso de gas.
Al punto que el explorador canadiense escuchó el rumor de que el gobierno de Turkmenistán estaba planeando extinguir las llamas, decidió examinar el empleo.
Ya se había enfrentado a volcanes con anticipación y reveló que su objetivo, encima de caminar sobre la superficie del pozo de fuego, era coger muestras de tierra para analizarlas.
CA / ED
Creditos a César Venerable
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