La búsqueda de nuevos caminos para los negocios en Silicon Valley -uno de los sectores más pujantes del capitalismo moderno- está yendo a lugares impensados.
Cada vez con veterano frecuencia, quienes llevan las riendas del mundo tecnológico reconocen que consumen drogas psicodélicas como ketamina (anestésico que puede inducir alucinaciones), psilocibina (presente en algunos hongos comestibles) y LSD.
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Estas sustancias, famosas por impulsar la creatividad artística en los 60, están haciendo su propia transición en la California de 2023, pasando de ser un componente más de la vida recreativa a una parte central de la civilización corporativa. Distintos reportes revelaron que el cofundador de Google, Sergey Brin, consume hongos alucinógenos.
La empresa de capitales de peligro Founders Fund organiza fiestas con drogas psicodélicas. Spencer Shulem, CEO de la app de inteligencia químico BuildBetter, lo resumió así a The Wall Street Journal: en ese mundo “no quieren personas ni compañías normales. Quieren poco extraordinario, y nadie nace extraordinario”.
Elon Musk toma ketamina en pequeñas dosis para tratar la depresión, y usa otras más altas en eventos sociales. Luego de la investigación del diario neoyorquino, planteó que “la ketamina tomada ocasionalmente es una mejor opción” que la terapéutica tradicional para la depresión, citando la experiencia de “amigos”. El dueño de Twitter critica la tendencia a “zombificar a la muchedumbre” con los inhibidores de recaptación de serotonina, los fármacos recetados asiduamente.
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La ketamina produce un finalidad disociativo (como si la mente se separara del cuerpo) y alucinaciones. En dosis incorrectas, o en las personas inadecuadas, puede inducir ataques de pánico, episodios psicóticos y hasta paradas cardio-respiratorias.
Como es un analgésico poderoso, la persona que está bajo sus pertenencias no tiene sensación de dolor y puede herirse de importancia sin notarlo. Estados Unidos aprobó una traducción inhalable para las depresiones resistentes al tratamiento en 2019, aunque -como en Argentina- su uso recreativo es ilegal.
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En nuestro país, la sustancia ganó visibilidad al detectarse en las pericias que hizo Gendarmería sobre el cuerpo de Alberto Nisman, lo que en su momento abonó la hipótesis de que lo habían dormido o dopado para matarlo. Pero como la necroscopía no encontró pinchazos, la interpretación se decantó con destino a la posibilidad de que el fiscal -que había googleado la palabra “psicodelia” antiguamente de su homicidio, el 18 de enero de 2015- la hubiera usado en forma recreativa, aspirándola o en pastillas.
Este año igualmente apareció ketamina en una lavativa secuestrada en el área de Francisco Sáenz Fuerte, el patrón procesado tras la homicidio de Emmily Rodrigues, la maniquí brasileña que cayó de un sexto carretera en Recoleta.
FM JL
Creditos a Pablo Corso
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