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‘Sargantana’: un chip gachupin para asimilar a hacer un supercomputador europeo | Tecnología

El Marenostrum 5 todavía no ha empezado a hacer cálculos y en el Barcelona Supercomputing Center-Centro Doméstico de Supercomputación (BSC) hace tiempo que ya piensan en cómo será la próxima traducción de su superordenador. El camino para lograrlo será más o menos dadivoso, se paciencia para finales de esta período, y un rectángulo de 2,5 por 1,2 milímetros es una pequeña prueba de que ese delirio ya ha empezado. Se manejo de un chip llamado sargantana —lagartija en catalán y aragonés—, el tercero de código rajado desarrollado completamente en España, y un paso más para que el Marenostrum 6 sea un hito de verdad: que no solo entre en los ránkings por su potencia de cálculo, sino que trabaje por primera vez con tecnología regional. Será un primer paso para que ya en su séptima traducción sus componentes puedan ser completamente europeos.

“El diseño de este microchip no es para un supercomputador, pero su progreso nos tiene que permitir asimilar”, aclara Miquel Moretó, investigador del BSC y coordinador del radio encargada del progreso para crear sus propios microprocesadores. La senda de la soberanía computacional que quiere alcanzar la Unión Europea es tan recóndita que solo será posible recorrerla paso a paso. Y algunos de ellos serán reconocidos como éxitos por la dificultad de coger velocidad en una materia consagrada en otras latitudes, pero no en España. Por ejemplo, es un hito que el sargantana pueda trabajar a una velocidad superior a un gigahercio, pese a que los procesadores más avanzados del mundo multipliquen esa capacidad por seis. “Tenemos una serie de instrucciones específicas para genómica y machine learning, pero no es un procesador para altas prestaciones, aunque sí que es muy bueno en eficiencia energética”, señala el investigador, que considera que el semiconductor funcionaría admisiblemente en teléfonos inteligentes.

En todo caso, su objetivo no es comercializarlo. Está pensado sobre todo como material docente. Los cien microchips que acaban de conmover de TSMC y Completo Foundry se están probando en el centro. Las próximas versiones ya podrán ser distribuidas por universidades de forma gratuita para reanudar el camino, mientras que de momento se utilizan los existentes para despuntar a producir material docente. De momento, es solo un prototipo.

Sargantana es la tercera reproducción de una dinastía que vio la luz en 2019, cuando el Supercomputing Center se puso a colaborar con el Instituto Politécnico Doméstico de México para mejorar su chip Cuco. La segunda reproducción llegó en 2022 con el DVINO. Y esta tercera estampado rompe ese techo de los mil millones de operaciones por segundo de capacidad de trabajo.

Dos investigadores realizan pruebas en el laboratorio del Barcelona Supercomputing Center.
Dos investigadores realizan pruebas en el laboratorio del Barcelona Supercomputing Center. Albert Garcia

Los chips que podrán respaldar los futuros supercomputadores Marenostrum deberían estar listos en 2026 o 2027, para poder testearlos. Barcelona liderará ese tesina, en el que todavía se tendrán que depositar centenares de millones de euros, frente a las decenas del sargantana. Una empresa surgida de la universidad, OpenChip, tendrá que ser la encargada de ejecutar todavía buena parte de ese trabajo.

El trabajo que ha hecho posibles esos tres chips es una envite de Mateo Valero, director del BSC, quien luchó porque Barcelona se convirtiera en un centro de relato en tecnologías de computación de código rajado RISC-V. En estilo para profanos, soportar al hardware lo que fue Linux para el software, una forma de construir procesadores a través de la colaboración entre instituciones y evitando el oligopolio de las grandes tecnológicas, con todo lo que ello supone: sin propietario, accesible para todo el mundo y sin potenciales controles impuestos por los desarrolladores. Era el camino más factible posteriormente de que en 2017 la Comisión Europea asumiera que la carencia de industria de semiconductores en el Vetusto Continente era una más de sus vulnerabilidades industriales.

El centro barcelonés se ha convertido así en la tren europea de la investigación científica sobre los futuros chips europeos. “Es un embrión del futuro procesador europeo de altas prestaciones: este hardware redimido será optimista para avalar la soberanía tecnológica y nutrir la competitividad industrial europea”, afirma Valero. Pero el trabajo no ha hecho más que despuntar. Hoy los procesadores que utiliza el Marenostrum son de la marca Intel en el caso de la CPU y Nvidia en el caso de la aceleradora (GPU). “Nvidia es nuestro objetivo”, reconoce Mateo, consciente de que la compañía estadounidense es una esencia en el futuro (o el presente) de la inteligencia fabricado.

Moretó pide en todo caso prudencia con los resultados, basándose en la brecha existente de bienes. “Diseñar un procesador de altas prestaciones supone un amplio equipo [de más de 200 personas] con mucha experiencia y diez abriles de tiempo”, explica antaño de dar cuenta de los bienes con los que ha contado el BSC. Quizás una cincuentena de investigadores, pero casi nada una veintena de ellos centrados en el sargantana y con diferentes grados de implicación en él. Es lo que vienen avisando desde hace abriles, al tesina le faltan ceros respecto a los que desarrollan las grandes tecnológicas de la materia: en un supercomputador estadounidense se pueden comprar unos 3.000 millones de dólares, el Marenostrum 5 casi nada ha superado los 200 millones. La superioridad es la cantidad de instituciones universitarias y científicas implicadas en el progreso del nuevo chip barcelonés.

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Creditos a Daniel Cordero

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