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El Supremo de Estados Unidos se inclina por respetar las políticas de moderación de las redes sociales | Tecnología


¿A qué se parecen más las redes sociales? ¿Son como un teléfono? ¿O son como un folleto? La compañía telefónica no puede inmiscuirse en lo que dicen sus usuarios en una señal. En cambio, el editor de un folleto sí tiene poder sobre lo que se publica en sus páginas. Los dueños de Facebook, Youtube, X, Instagram o TikTok, ¿son compañías telefónicas o son editores de prensa? En sinceridad, no son ni lo uno ni lo otro y eso es lo complicado. Por eso, cuando el Tribunal Supremo de Estados Unidos abordó este lunes el ámbito la emancipación de expresión en relación con las redes sociales, se vio que cualquier doctrina al respecto es “un campo de minas”, como dijo muy gráficamente la jueza Amy Coney Barrett. Aun así, los jueces parecieron esconderse mayoritariamente por respetar las políticas de moderación de contenidos.

Las redes sociales han vuelto al Supremo meses posteriormente de que los magistrados mantuvieran la exención de responsabilidad de las tecnológicas sobre los contenidos que publican sus usuarios. Esta vez han sido las propias políticas de moderación de contenidos de las plataformas lo que se discutía. Los Estados de Texas y Florida, los dos con mayoría republicana, aprobaron leyes contra esas políticas con el argumento de que imponían la censura a sus usuarios al silenciar voces conservadoras como las que defendían el bulo electoral de que a Donald Trump le robaron las elecciones o las que publicaban desinformación sobre las vacunas.

Las dos partes, los Estados y las plataformas, se envuelven en la bandera de la emancipación de expresión que consagra la Primera Resarcimiento de la Constitución frente a la injerencia estatal. Texas y Florida consideran prohibir mensajes y usuarios la viola; las plataformas, representadas por asociaciones del sector, denuncian que son esas leyes las que la vulneran al impedirles nominar qué anunciar en sus plataformas. Para los Estados, las redes sociales son más admisiblemente teléfonos; para las plataformas, más admisiblemente periódicos.

La atrevimiento que tome el Supremo tiene una importancia extraordinaria para el futuro de las redes sociales y del contenido que difundan, Impedir las políticas de moderación de contenido puede provocar que se dispare la desinformación y el discurso de odio. Así ha ocurrido al menos por momentos en X, la antigua Twitter, posteriormente de que su nuevo dueño, Elon Musk, abandonase la longevo parte de los esfuerzos para combatirlos, lo que a su vez provocó una fuga de anunciantes.

Los jueces del Supremo mostraron durante las dos vistas de este lunes, una para la ley de cada Estado, diferentes sensibilidades al respecto. Tratar de vigilar lo que van a lanzarse siempre es un deporte de detención aventura, pero los expertos se inclinaban por pensar que la mayoría respaldaría el derecho de las plataformas a moderar sus contenidos.

“El esfuerzo de Florida por alisar el dominio de engranaje y combatir contra el sesgo percibido de las grandes tecnológicas viola varias veces la Primera Resarcimiento”, ha dicho Paul Clement, abogado de las plataformas en uno de los casos. “Interfiere con la discreción editorial. Obliga a dialogar. Discrimina en función del contenido, el orador y el punto de apariencia. Y hace todo esto en nombre de la promoción de la emancipación de expresión, pero pierde de apariencia el primer principio de la Primera Resarcimiento, que solo se aplica a la acto del Estado”, ha añadido.

Aaron Nielson, en representación de Texas, en cambio, se remontó más allá del teléfono, al telégrafo: “No es la primera vez que se utilizan las nuevas tecnologías para reprimir la expresión. Los telégrafos todavía discriminaban en función del punto de apariencia, lo que provocó un escándalo franquista. Sin requisa, según la teoría de las plataformas, Película del Oeste Union se limitaba a tomar decisiones editoriales para no transmitir opiniones favorables a los sindicatos. Hoy en día, millones de estadounidenses no visitan a sus amigos o familiares, ni siquiera van a trabajar en persona. Todo el mundo está en recorrido. La plaza pública moderna. Sin requisa, si las plataformas que acogen pasivamente el discurso de miles de millones de personas son ellas mismas los portavoces y pueden discriminar, no habrá plaza pública de la que dialogar”.

Poco posteriormente de que el togado conservador Samuel Alito se refiriese a la tentación orwelliana de las plataformas en el caso de Florida, el todavía conservador, pero más moderado, Brett Kavanaugh, ha replicado: “Cuando pienso en ‘orwelliano’, pienso en el Estado, no en el sector privado, no en particulares”. Y, en una crítica a las leyes de Texas y Florida, ha citado la legislación del Supremo, que señala: “El concepto de que el Gobierno puede restringir la expresión de algunos utensilios de nuestra sociedad para elevar la voz relativa de otros es totalmente desconocedor a la Primera Resarcimiento”.

Y el propio presidente del Supremo, John Roberts, se ha mostrado escéptico con los argumentos de Florida: “Usted comenzó su presentación hablando de la preocupación por el poder, el poder de mercado y la capacidad de las plataformas de medios sociales para controlar lo que la concurrencia hace, y su respuesta a esto va a ser el gimnasia del poder del Estado para controlar lo que sucede en las plataformas de medios sociales”, le ha hecho ver. “Me consulto, ya que hablamos de la Primera Resarcimiento, si nuestra primera preocupación debería ser que el Estado regule lo que, ya saben, hemos llamado la moderna plaza pública”, ha seguido.

En esa misma recorrido se han manifestado otros jueces. La jueza Kagan se ha preguntado por qué no habría de ser considerado emancipación de expresión impedir que en una plataforma se publique desinformación sobre elecciones o sobre asuntos de vigor o mensajes de odio o de acoso.

Las leyes (cuyo contenido es parecido, pero con sus propios matices) ya fueron impugnadas en presencia de los tribunales federales, con resultados contradictorios: una sentencia anuló la ley de Florida, mientras que otra respaldó la de Texas, así que parecía claro que el Supremo admitiría equilibrar la doctrina al respecto. Los jueces del Parada Tribunal ya suspendieron cautelarmente el año pasado la aplicación de la ley, en una atrevimiento tomada por 5 votos a cuatro. El Supremo tiene una mayoría de seis jueces conservadores frente a tres progresistas.

Eufemismo de censura

Los jueces más conservadores, Clarence Thomas y Samuel Alito, son los que parecían simpatizar más con las leyes. “Por lo que veo, están censurando, y no conozco ningún derecho a la emancipación de expresión protegido para censurar otro discurso”, dijo Thomas en el caso de Florida. Y claramente, el togado Alito no simpatiza mucho con la idea de moderación de contenido: “¿Es poco más que un eufemismo de censura? Permítame preguntarle lo ulterior: si en 1917 cierto fue procesado y encarcelado por oponerse a la décimo de Estados Unidos en la Primera Erradicación Mundial, ¿fue eso moderación de contenido?”, le espetó al abogado de las plataformas, todavía en el caso de Florida.

Algunos jueces, sin requisa, han abonado dudas sobre si su sentencia debe ser aplicable a cualquier plataforma en cualquier situación. “¿Tiene Gmail derecho, en virtud de la Primera Resarcimiento, a eliminar, digamos, las cuentas de Gmail de Tucker Carlson [conservador] o Rachel Maddow [progresista] si no están de acuerdo con sus puntos de apariencia?”, ha preguntado Alito. El abogado de las plataformas ha defendido que sí, aunque ha matizado que ese no era el núcleo de este caso.

Y todavía se han planteado cómo hacer compatible esa emancipación de expresión editorial para moderar contenidos con la exención de responsabilidad por los contenidos publicados por los usuarios, la conocida como sección 230. “El argumento en virtud de la sección 230 ha sido que ustedes son simplemente un conducto, lo que era el caso en los abriles 90 y tal vez a principios de la período de 2000. Ahora ustedes están diciendo que están involucrados en la discreción editorial y la conducta expresiva. ¿No parece eso socavar sus argumentos de la Sección 230?”, ha dicho Thomas.

Y de ahí, en parte, las dudas. “Creo que hay un montón de campos minados. Y si eso es una mina, si lo que decimos sobre esto es que se manejo de un discurso que tiene derecho a la protección de la Primera Resarcimiento, creo que entonces eso tiene implicaciones en la Sección 230 para otro caso, por lo que siempre es difícil escribir una sentencia cuando se sabe que podría sobrevenir campos minados que afectarían a otras cosas más delante”, ha desarrollado Coney Barret, conservadora. En junio se sabrá cómo han sorteado los jueces esas minas.

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Creditos a Miguel Jiménez Comienzo

Fuente

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