Aunque las concentraciones de plomo en casta disminuyeron considerablemente en las últimas décadas, las intoxicaciones con este metal pesado siguen siendo un aberración preocupante en Latinoamérica. El consumo de agua contaminada de cañerías viejas, las baterías ácidas, ciertas pinturas, los incendios, la calcinación de residuos e incluso el avgas (gasolina con plomo usada en la industria aérea) siguen causando daños persistentes al medio ambiente y a la lozanía humana, detalla el sitio SciDev.Net.
En concentraciones elevadas, el plomo puede originar alteraciones cognitivas y neuromotoras, con unos 600 mil casos anuales de discapacidad intelectual en niños. Su empapamiento además está asociada a afecciones cardiovasculares, respiratorias, hepáticas, renales y reproductivas.
Luego de África, Sudamérica es la región con las concentraciones más elevadas. El tema resulta especialmente sensible en Perú, donde más de 10 millones de personas (el 31 por ciento de la población) están expuestas a metales pesados y otras sustancias químicas, según el propio Tarea de Sanidad. De ellas, el 80 por ciento son niños de hasta merienda abriles. Las operaciones de empresas mineras como Cerro de Pasco, que virtió plomo, mercurio y otros minerales tóxicos en el suelo y el agua durante décadas, derivaron en múltiples casos de leucemia crónica y aplasia medular severa.
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por Pablo Corso
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