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No solo reventó la nave ‘Starship’: los destrozos en el dominio del extensión ponen en agente a la NASA | Ciencia

Como dijo Elon Musk ayer de propalar su Starship, “todo lo que venga a posteriori de que el cohete rebase la torre será la colofón en el pastel”. El resto de objetivos eran secundarios. Y es que el definitivo temor de este primer intento era que el enorme transporte se derrumbase sobre su rampa de extensión. Ya ocurrió una vez. En julio de 1969, en plena carrera espacial, la URSS lanzó su segundo N-1, el cohete desarrollado para padecer un cosmonauta ruso a la Vidriera. Casi nada diez segundos a posteriori del despegue, se apagaron casi todos los 30 motores de la primera etapa y el transporte se hundió sobre su plataforma de extensión. La acceso la destruyó por completo; hizo error un año y medio para reconstruirla.

A Dios gracias, el Starship despegó respetando la torre. De ahí el entusiasmo y los aplausos del personal de SpaceX que seguía el extensión. Pero el examen posterior ha mostrado que la infraestructura sufrió serios daños. Bajo el “taburete” que sirve de asiento al cohete, el escape de los motores excavó un cráter que dejaba al descubierto los cimientos.

Destrozos en la plataforma

El impacto de las 33 llamaradas de los motores raptor a casi 3.000 grados sobre el suelo bajo la plataforma ha tenido un meta devastador. El hormigón utilizado se ha cuarteado y pedazos de gran tamaño salieron volando en todas direcciones, provocando un fuego graneado monumental en cientos de metros de distancia. Algunos alcanzaron los depósitos de metano y oxígeno instalados a poca distancia de la torre, abollándolos, aunque —parece—, sin demorar a perforarlos. Otros, más pequeños, dañaron algún transporte estacionado en las proximidades. Las imágenes obtenidas por una cámara remota muestran una auténtica granizada de fragmentos.

Arena y hormigón pulverizado formaron nubes que depositaron una fina capa sobre calles y vehículos en la cercana población de Port Isabel y otras ubicadas a ocho kilómetros de distancia. Los restos del transporte —arma blanca en superficie del aluminio empleado en otros cohetes gigantes como el Saturn V— cayeron en el mar.

Panorama la magnitud del destrozo, muchos se preguntan por qué bajo la plataforma de extensión no se instaló un deflector de llamas, para reorientarlas en alguna dirección. En el Centro Kennedy, por ejemplo, las rampas 39A y B, desde donde despegaban los Saturn V y más tarde los transbordadores y el SLS, disponen de una cuarto así: una masiva estructura en forma de V invertida que se instala directamente bajo los escapes del cohete. En el momento del despegue, las llamaradas chocan contra las paredes del deflector y se desvían por dos zanjas laterales horizontales para que no impacten sobre el suelo.

Un civil camina entre los escombros en la plataforma y depósitos del lanzamiento de 'Starship' de SpaceX, días después en Boca Chica.
Un civil camina entre los escombros en la plataforma y depósitos del extensión de ‘Starship’ de SpaceX, días a posteriori en Boca Chica.PATRICK T. FALLON (AFP)

La mayoría de plataformas de extensión disponen de un sistema de inundación por agua. No solo para combatir el calor de los escapes, sino todavía para amainar el meta del ruido. Los millones de burbujas de transparente absorben parte de la energía sónica y protegen al propio cohete de su impacto. La intensidad del estruendo es más de lo que puede soportar el vendaval: ya no es un puro ruido, sino una extraordinario onda de presión que rebota en el suelo y amenaza con dañar a los mismos motores que la producen.

Las carencias en la plataforma de extensión

La plataforma de Boca Chica carecía de deflector y solo utilizaba un sistema de rociadores dirigidos en torno a las toberas de los cohetes, no a inundar el dominio. Por lo trillado, se confiaba en que la lápida de hormigón (“Fondag”, un material muy resistente a altas temperaturas) pudiese soportar al menos un extensión. Una hipótesis que se ha demostrado demasiado entusiasta.

Unos curiosos fotografían un bloque de cemento arrancado desde la plataforma de SpaceX en Boca Chica, Texas.
Unos curiosos fotografían un agrupación de cemento arrancado desde la plataforma de SpaceX en Boca Chica, Texas.PATRICK T. FALLON (AFP)

El propio Elon Musk twiteó al día siguiente: “Hace tres meses empezamos a construir una placa de arma blanca refrigerada por agua que debería ir bajo el soporte de extensión. No estuvo índice a tiempo…”. Así que decidieron lanzar aún en condiciones precarias. Fue un error que tendrá consecuencias imprevisibles. Aunque Musk, en su constante optimismo, asegure que el daño estará reparado en uno o dos meses.

En primer superficie, es dudoso que la Distribución Federal autorice el extensión de otro Starship hasta que el problema no esté solucionado del todo. Y eso implica considerables modificaciones en las estructuras de Boca Chica.

Por otra parte, la NASA pondrá reparos a la flamante torre de extensión levantada en el Centro Kennedy, casi al costado de la plataforma 39A. Es la histórica rampa desde donde despegaron los vuelos a la Vidriera. SpaceX la tiene alquilada a la agencia y desde ahí aguijada con regularidad sus cohetes Falcon. El peligro de que se vea afectada por parecido metralla ha quedado demasiado en evidencia.

Los responsables de la NASA habían despabilado a SpaceX que una acceso de Starship en el enrevesado de extensión 39A podría cortar de guantazo el único medio de la agencia espacial para propalar astronautas estadounidenses a la Fase Espacial Internacional. “Sería sobrado devastador para la 39A”, aseguró Kathy Lueders, jefa de operaciones espaciales de la NASA, en una entrevista sobre las conversaciones de la agencia con SpaceX.

Trabajadores de SpaceX arreglan desperfectos en la base de Boca Chica provocados por lanzamiento de 'Starship'.
Trabajadores de SpaceX arreglan desperfectos en la saco de Boca Chica provocados por extensión de ‘Starship’.STEVE NESIUS (REUTERS)

Excepto de probar una placa protectora de arma blanca, ¿hay alguna posibilidad más? Muy difícil. Cuando se construyeron las instalaciones para propalar el Saturn V hace medio siglo, un cifra determinante fue precisamente el tamaño del deflector de llamas: 12 metros de prestigio. Eso condicionó la prestigio de la plataforma a la que se accede por una rampa, así como la amplitud de los canales de desalojo de gases. Todo ello, en superficie, ya que el suelo de Mango Cañaveral, unido a la playa, no permitía excavaciones tan profundas.

Probable retraso del software defecto

El problema reside en que la torre de extensión y el pedestal de Boca Chica se han construido a nivel del suelo, encajado al costado de la playa. Casi nada hay espacio para un deflector y será muy difícil cavar zanjas de desalojo de llamas. El montaje de un sistema protector de la plataforma por inundación, aunque factible, llevará tiempo. Y lo mismo se puede sostener de las instalaciones que se están construyendo en el Centro Kennedy.

Aparte que Musk nos sorprenda de nuevo con alguna idea revolucionaria, parece que la única posibilidad pasa por el escudo metálico bajo el cohete. Si es que verdaderamente es una posibilidad. Ya hay voces que apuntan a que una plancha de arma blanca de esas dimensiones sometida al tremendo calor de los escapes durante diez o quince segundos sufrirá dilataciones tan bruscas que lleguen a fracturarla. Los ingenieros de SpaceX se enfrentan a un serio problema.

De momento, el retraso que afectará al crecimiento del Starship tendrá repercusión inmediata en los planes de la NASA. Una modificación de ese transporte era la escogida para padecer astronautas hasta la superficie de la Vidriera en el 2025. Si ya había muchas dudas respecto a la viabilidad de esa término, ahora el resultado de este primer revoloteo la hace casi increíble.

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Creditos a Rafael Clemente

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