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Las historias íntimas que esconden los comentarios de YouTube | Tecnología


El año pasado, en San Valentín, la actor filipina Chia Amisola se estaba sintiendo especialmente “sola y desconectada”, así que acudió a un insospechado emplazamiento para notarse más acompañada: YouTube. “Cada vez que hago clic en un vídeo de YouTube no puedo evitar apearse hasta los comentarios. Navego sola, pero nunca me siento de ese modo cuando estoy en medio de los millones de personas que ayer que yo se han contrario en esa misma URL, algunos de los cuales incluso han dejado sus pensamientos”, explica.

Amisola llevaba ya tres abriles recolectando algunos de esos pensamientos: los comentarios especialmente emotivos que dejan algunos usuarios bajo vídeos de canciones. Aquel día de San Valentín, decidió darles a esos comentarios un nuevo hogar en el que se cambiase la dinámica: las experiencias humanas pasaban al centro. Así nació su web, thesoundof.love, en la que, mientras suena una canción, se muestra en ilustre alguno de los comentarios que cualquiera dejó en YouTube. “Son sobre todo canciones de inclinación que me gustan; abría la canción, la reproducía, copiaba los comentarios que me hacían sollozar y pasaba a la sucesivo”, cuenta por correo electrónico.

Thesoundof.love no es el primer esquema que nace como forma de destacar y preservar estos comentarios en los que el beneficiario cuenta de pronto poco muy personal. Entre 2012 y 2015, el escritor y escritor canadiense Mark Slutsky mantuvo activo Sad Youtube, un blog alojado en Tumblr en el que publicaba los comentarios que seleccionaba yuxtapuesto al vídeo de la canción donde los había contrario. “Siempre leía los comentarios que dejaba la concurrencia en canciones. Muchos eran casi miméticos, los típicos ‘ya no se hace música así’, pero a veces aparecían historias muy interesantes, concurrencia hablándole a la falta. La sección de comentarios es un espacio en el que expresarse casi con la certeza de que nadie a quien conoces va a ver lo que has escrito. Como un confesionario, muy sabido porque cualquiera como yo puede verlo, pero a la vez muy privado”, reflexiona Slutsky sobre lo que lo llevó a fijarse en ese tipo de comentarios.

¿Qué tipo de comentarios, exactamente? En uno de sus favoritos, por ejemplo, dejado bajo un vídeo de la canción Telstar, de The Tornados, un beneficiario llamado mjchael meneen explica que fue el único declarante de un percance en una carrera de coches en 1962. “Sonaba Telstar en la radiodifusión de uno de los coches cuando me acerqué. Sentí que los que habían muerto estaban siendo llevados al Paraíso en las ondas sonoras de esta canción, tenía 12 abriles en ese momento. Sentí el toque de la asesinato, pero además el del más allá…”, dice parte del comentario. Fue la primera vez que escuchó esa canción.

Muchos de ellos hablan de inclinación y nostalgia, como este, ya en castellano, dejado bajo un vídeo subtitulado al castellano de la canción Something Changed de la facción británica Pulp. “Con esta canción mi expareja y yo nos unimos. Esta canción significaba tanto en nuestra relación, describía nuestra situación, e incluso parecía que Jarvis Cocker componía canciones hechas para nuestras circunstancias y que encima encajaban a la perfección. Ya no estamos juntas, pero, aun así, siempre será nuestra canción”, dice la usuaria Becky Blond. En algunos vídeos y algunas canciones, la sección de comentarios se convierte en casi en un espacio de terapia en clan. Bajo la canción Si me matan, de la cantante mexicana Silvana Estrada, sobre violencia machista, más de 2.000 comentarios recuerdan a parientes o amigas asesinadas o desaparecidas o dedican la canción “a mi yo de 12 abriles, que no habló”.

Poco personal en un rincón insospechado

Hace unos abriles, la sección de comentarios de YouTube tenía la misma auge que tiene Twitter ahora, es proponer, la de un emplazamiento que podía ser muy hostil. “Internet puede ser un sitio muy duro y despiadado cuando hay desconocidos hablando entre ellos, pero además puede ser muy amable”, señala Slutsky en una videollamada. “Especialmente cuando se comparte una pasión, la concurrencia además puede ser muy, muy agradable. Y es poco que es atún ojear, aunque no se participe”, añade. Citando a Rihanna, estos comentarios son como encontrar inclinación en un emplazamiento sin esperanza.

Pero, ¿qué nos lleva a abrirnos de ese modo en un espacio tan extraño para esto como YouTube? “Dejar comentarios es una forma de reafirmar nuestra presencia, que hemos visitado el sitio, que tenemos poco que proponer, que nos ha interpelado lo que allí se manifiesta”, indica la antropóloga y experta en civilización digital Elisenda Ardèvol, catedrática de Estudios de Artes y Humanidades de la UOC. Sobre este tipo de comentarios emotivos en YouTube, la doble recuerda la canción Message in a Bottle, de The Police. “En ella, un náufrago solitario alabarda un mensaje de SOS en una botella y se da cuenta de que no está solo en su soledad, que hay millones de seres solitarios como él, lanzando botellas al mar. YouTube sería, en este caso y siguiendo la metáfora, una de las playas donde el mar arrastra esos miles de botellas”, indica a través de correo electrónico.

La especificidad de YouTube está además, añade Fernando Checa, profesor del Máster en Marketing Digital de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), en que no es una red social. “Es un espacio digital con capa social: podemos comentar, podemos proponer si nos gusta o no nos gusta… pero no entramos a YouTube para hacer amigos, independientemente de que interactuemos en algunas ocasiones con otros usuarios”, explica por teléfono.

Esto es además lo que ve Slutsky: no entramos en YouTube con la intención de comunicarnos (no es Twitter o Facebook). Sus comentarios favoritos, de hecho, son en los que parece que la canción ha asaltado al beneficiario y le ha provocado una emoción o un rememoración inesperados. “No podrías diseñar una web que provoque lo mismo. Si creas un espacio para que la concurrencia vaya y comparta sus opiniones sobre la música, tendrías a concurrencia que va específicamente para eso, con su historia pensada, sería menos auténtico. Lo que creo que es interesante sobre muchos de estos comentarios es que quien los deja ni siquiera sabía que tenía esas historias. Reprodujeron la canción y de pronto recordaron poco en lo que no habían pensado en mucho tiempo. Es casi como una emboscada que genera una especie de humanidades accidental”, opina.

En estas pequeñas historias que se encuentran a veces perdidas en los comentarios de algunos vídeos —escondidas entre valoraciones positivas o negativas a la canción y el clásico comentario con la verso que deja siempre algún beneficiario con afición de servicio sabido—, hay además una recuperación de un espacio. Un intento de conexión humana en una plataforma que pertenece a una gran empresa tecnológica. “La anciano parte de lo que vemos como ‘internet’, especialmente el internet social, asegura que nos va a conectar, pero fracasa en su intento. Esto siempre ocurre como resultado de la hiperoptimización, del hecho de que la anciano parte de internet sea sabido, pero de propiedad privada y de que esté dirigido cerca de la consecución de beneficios y el uso de nuestros datos. La sección de comentarios de YouTube es un pequeño refugio contra la maquinaria corporativa, aunque uno muy frágil. Muchos de los comentarios que he guardado en los últimos tres abriles han desaparecido cuando los vídeos se han borrado por denuncias de copyright”, explica Chia Amisola.

Esa es una de las razones que llevaba además a Mark Slutsky a copiar los comentarios: que esas historias no se perdieran cuando YouTube borraba un vídeo. “YouTube nació en 2005, así que es un archivo muy profundo. Pero nunca fue diseñado para preservar u organizar los comentarios. No hay forma de ordenarlos o descargarlos, cuando se poso el vídeo, se pierden para siempre”, explica. Su web está ahora mismo llena de enlaces rotos a vídeos que ya no existen.

Sobre esa creación de pequeños refugios de comunidad y humanidad en plataformas privadas, Amisola señala otros que además generan ese espacio en el que compartir sentimientos y confesiones, como los grupos hiperespecíficos en Facebook o un feed de Twitter siempre cronológico y muy acertadamente seleccionado. La plataforma de vídeos, sin bloqueo, es diferente. “La sección de comentarios de YouTube es específico porque hay un foco contextual: las reacciones no son generales, son específicas a este archivo subido de esta interpretación de la canción. Asimismo se presta a un anonimato al que es más difícil conseguir en las otras plataformas. No hay falta que nos una excepto activo escogido estar en esta URL; no hay falta más importante de nuestra identidad, ni hay métricas ni feeds algorítmicos”, apunta.

Aunque, técnicamente, YouTube sí tiene un feed y un cálculo, Fernando Checa recuerda que es desigual en que priman más los intereses de los usuarios que si poco es flamante. Por esta razón, incluso sin venir al buscador (que no funciona lo acertadamente que debería) y dejándose encauzar por lo que propone la plataforma, es posible durar a vídeos antiguos, con comentarios dejados hace abriles por cualquiera que quizá no haya vuelto a esa URL (a veces, cualquiera contesta “han pasado tres abriles, pero espero que estés acertadamente”). A Mark Slutsky, que dejó su esquema Sad Youtube porque le robaba demasiado tiempo, aún le gusta dejarse admitir así y ver si da con esos comentarios especiales. “Agenciárselas canciones particulares que sean más obvias para esa respuesta emocional hace que muchas veces esos comentarios parezcan más performativos, más elaborados y menos auténticos”, explica. A él le gustan crudos, muchas veces escritos con incorrecciones ortográficas o gramaticales que nunca corregía al copiarlos.

A Chia Amisola, en cambio, le gusta no memorizar cuánto de verdad hay en un comentario y se queda con la sensación de intimidad. “Es mágico ver un comentario de POOPINMYBUTT934 [cacaenmiculo934] sobre un desamor que tuvo hace 20 abriles. Me siento parte de su vida. No te conozco, pero sé de un colisión completamente íntimo que has favorito compartir”, ejemplifica.

Hace unos abriles, para un artículo que escribió en el medio Buzzfeed sobre Sad YouTube, Mark Slutsky consiguió contactar con algunos de los usuarios de sus comentarios favoritos, entre ellos el declarante de aquel percance de coche en 1962. “Ni siquiera le pareció raro cobrar una emplazamiento de teléfono preguntándole por el tema. A veces, incluso parecía que habían estado esperando todas sus vidas a que cualquiera los llamara y les pidiera que contasen esa historia”, relata. Una prueba de que el mensaje de la botella ha llegado a buen puerto.

Estudiar lo que provoca la música a raíz de los comentarios

La especificidad de algunos de estos comentarios ha sido notada además por investigadores que buscan dar respuesta a cómo nos hace percibir la música. Estudiar esto es complicado porque, tanto cuando se visualiza cómo se activa el cerebro al escuchar cierta canción como cuando se intenta a través de entrevistas, la situación es muy elaborada y poco espontánea. Investigadores de varias universidades británicas ya están indagando en cómo usar los comentarios en canciones en YouTube para amplificar los estudios sobre música y emoción. “Los comentarios de los oyentes están conectados de forma muy cercana con la experiencia de la audición, aportando así una grandísima cantidad de datos ricos, realistas y de dócil llegada”, explican en el prontuario de una conferencia que tuvo emplazamiento en 2020. A través de métodos de observación tanto manual como mecánico (detectar palabras más usadas, por ejemplo, o descartar comentarios que no aporten —como el spam—), esta información puede contraponerse a y ampliar los modelos ya existentes para el estudio de las emociones y la música.

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Creditos a Ana Bulnes Fraga

Fuente

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