El mundo conectado se dispone a dar un nuevo brinco tecnológico con la modalidad generativa de la inteligencia industrial: aquella que es capaz de crear texto, imágenes, vídeo o música. Los analistas coinciden en que nos encontramos delante un punto de inflexión, la acogida masiva de la inteligencia industrial es inminente. La utilizaremos asiduamente y cambiará nuestra forma de crear. La inversión de miles de millones de dólares de Microsoft en OpenAI —la compañía que ha audaz ChatGPT— debería confirmar esta postura. La posibilidad de crear contenido automáticamente estará presente en todos sus productos, desde el procesador de textos hasta el correo electrónico. Por dar una signo, solo la aplicación de Microsoft Teams tiene más de 240 millones de usuarios. Son muchos millones de personas mejorando, a través de su utilización, el maniquí cada día. El crecimiento será exponencial porque obliga además al resto del mercado a moverse, ofreciendo nuevas soluciones sobre el mismo concepto. Una gran oleada de innovación acompañará este fresco divulgación. Al igual que internet en su día y sobre todo Google con su motor de búsqueda, la término generativa promete llevarnos a lugares que no podemos ni imaginar ¿o destino creímos posible que pudiera producir música desde palabras?
La inteligencia industrial generativa es diferente de la tradicional porque se dedica a crear, en circunscripción de a investigar patrones o producir un resultado. Los modelos pueden crear nuevos contenidos desde cero. Pueden incluir cualquier cosa, desde diseños de productos hasta obras de arte o música, y tienen el potencial para revolucionar la forma en que se desarrollan los servicios. No es descabellado pensar que los contenidos televisivos a la carta adentro de unos abriles serán creados en ese momento y solo para nosotros. Supone un tsunami para la industria y además para la sociedad. Sam Altman, el CEO de OpenAI afirma que está controlando la velocidad de comercialización por el impacto social que tiene. No estamos preparados para todo lo que se viene, y a la panorama está que hay opiniones para todos los gustos sobre esta nueva útil. Al punto que empezamos a ver los contornos de su impacto en el mundo, pero ya sabemos que es mejor de lo que creíamos y que ha escaso ese circunscripción que durante mucho tiempo se consideró intocable: la creatividad.
Es la primera vez que vemos una aplicación efectivo transversal. Las empresas automovilísticas pueden usarla para crear nuevos diseños de vehículos con más presteza. Las farmacéuticas para crear nuevos compuestos farmacológicos, mientras que los medios para crear contenidos de vídeo de ingreso calidad. Buzzfeed, una empresa de comunicación estadounidense de contenido vírico ha anunciado que la usará para personalizar su contenido provocando que sus acciones se disparen en bolsa. El mercado sabe que aquí hay negocio, y mucho. Por eso oiremos platicar de ello hasta el infinito. En 2022, los inversores inyectaron casi tres mil millones de dólares en empresas de inteligencia industrial generativa a través de más de cien operaciones, casi tanto como lo que invirtieron en los cinco abriles anteriores combinados.
Tras el criptofracaso, inversores y medios están como locos con estos nuevos modelos de educación espontáneo, provocando a su vez una nueva oleada de startups que quieren servirse esta tecnología. A nivel europeo Reino Unido es el país mejor posicionado por número de compañías, y no creo que sea una gran novedad que el eje anglosajón domine además este mercado. Sería muy importante para la pluralidad cognitiva que hubiera veterano representación del sur universal en desarrollos tecnológicos tan relevantes e influyentes.
Un nuevo ámbito procesal
La inteligencia industrial generativa va a revolucionar la forma de tratar de las empresas, con la consiguiente posibilidad de achicar costes —esperemos que no salariales—. Es una ocasión perfecta para platicar de tecnología que aumenta a los humanos en circunscripción de sustituirlos, y de mejorar la productividad de los empleados; de hecho, podría por fin sacarnos del estancamiento en el que parecemos estar. Solamente observando su capacidad de crear código, se sabe que aumentará la velocidad y calidad de los programadores autocompletando casi la centro de su trabajo. Obviamente, es una tecnología incipiente y sobre la que aún quedan muchos cabos sueltos por resolver. Hay riesgos legales, éticos, reputacionales, contenidos falsos, limitaciones en su aplicación y regulaciones sobre derechos de autor que quizá convendría renovar, porque va a ser complicado ponerle puertas a este campo. Getty Images, una de las mayores agencias de fotografía, ha demandado a otra de estas grandes empresas por utilizar ilegalmente sus imágenes. En el extremo opuesto, Shuttershock ha decidido incorporar esta modalidad de inteligencia industrial y ponerla a disposición de sus clientes.
Las batallas han comenzado. Las legales entre las empresas y los creadores de contenidos; los debates morales sobre si se puede usar o no en las aulas; si es mejor prohibir o enseñar a utilizarlo; si es una útil positiva o negativa. No hay tiempo que perder porque el furor del mercado está marcando los tiempos y empujando a un expansión demasiado rápido sin tener en cuenta las consecuencias que puede provocar el despliegue masivo de este tipo de tecnología. Hay que tocar de forma urgente el impacto medioambiental, especialmente si la inteligencia industrial generativa va a ser utilizada cientos de veces al día por miles de millones de personas.
De continuar así la inacción en términos de gobernanza tendrá consecuencias políticas. Muchos mirarán a los gobernantes en escudriñamiento de respuestas y no los encontrarán. ¿Estará la regulación a prueba de futuros? Aún no hemos sido capaces de convenir mínimamente los límites la inteligencia industrial y ya hay una nueva engendramiento de esta tecnología permeando nuestra sociedad sin ningún tipo de control. Parece que volvemos a ir tarde.
Lucía Velasco es economista y autora de ‘¿Te va a sustituir un operación?’
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Creditos a Lucía Velasco
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