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Invitaciones digitales, drones y ceremonias por streaming: así irrumpe la tecnología en las bodas | Tecnología


Marta (32 primaveras) y Gabi (36 primaveras) se casan el 9 de septiembre a las 13.00 de la tarde. Si alguno de los invitados lo hubiera olvidado, no habría ningún problema: puede consultarlo en su web de boda. Porque Marta y Gabi, como muchas otras parejas que se casan, han creado una web específica sobre su enlace: en ella cuentan su compromiso, muestran los datos concretos de la ceremonia, las coordenadas de los festejos posteriores, del circunstancia en el que se desarrollan (con información sobre cómo resistir incluida), la inventario de bodas, un espacio para confirmar la concurrencia, la opción para especificar posibles alergias alimentarias y un dominio más para enviarles mensajes de tarjeta.

La razón por la que Marta y Gabi decidieron hacer una web para su boda no puede ser más habilidad: “Tenemos a una gran parte de nuestras familias fuera de España”, razona Marta. Mientras, Gabi enumera la relación de países en los que viven sus familiares y la dificultad que esto les suponía a la hora de invitarlos: “Irlanda, Suecia, Marruecos… Imagínate que hubiéramos tenido que ir a llevarles la invitación a todos ellos. Era increíble”. “Un amigo”, continúa Marta, “nos enseñó una invitación digital que había recibido para una boda y vimos que esa era la decisión. Así que les mandamos la invitación con el enlace a la web. Y la verdad es que lo facilita todo muchísimo”.

No existen datos concretos de cuántas parejas acuden a este petición tecnológico para la celebración de su unión, pero cada día son más, según Marcos Vázquez, portavoz de la empresa Bodayweb, que hace portales online para enlaces. “En España esto es más fresco, pero en Estados Unidos o Latinoamérica las parejas igual que se plantean dónde se van a casar o quién les va a hacer las fotos, se plantean todavía quién les va a hacer la web de la boda”, afirma. La empresa de Vázquez se dedica a hacer todo tipo de páginas para empresas, y decidieron dedicarse todavía específicamente a este campo: “Hace unos primaveras decidimos brindar un nuevo servicio dedicado a webs de bodas. No hemos hecho un esfuerzo adicional para que crezca y así y todo, el número ha ido aumentando y ahora hacemos unas cien webs de boda al año”.

Natalia Ortiz, que es organizadora de bodas (wedding planner), está cada vez más acostumbrada a peticiones tecnológicas por parte de sus invitados: “Lo que más hacemos son streamings porque nos dedicamos sobre todo a las bodas internacionales, parejas de otros países que vienen a casarse a España. Y suele ocurrir que no todos los invitados pueden desplazarse. Pero todavía tenemos muchos casos de bodas en las que algunos invitados no pueden ir por cualquier razón o parejas que prefieren tener un núcleo muy abierto, muy pequeño, o incluso estar los dos solos en la ceremonia y para que sus familiares y amigos participen de alguna forma retransmiten su boda en streaming”, explica Ortiz.

Drones para el campo

Una “boda pequeña” con los invitados siguiéndola desde los ordenadores o las pantallas de televisión de sus casas es mucho más económica: “El precio del streaming depende de la empresa que contratemos para que haga la realización, pero suele estar entre los 300 y los 400 euros”. Eso mismo es lo que cuesta, según explica Ortiz, el uso de drones para hacer fotos o vídeos cenitales de la unión, otra de las opciones tecnológicas más demandadas, aunque hay decepciones: “Nos lo piden muchas parejas, pero no siempre se puede. Si la boda es un espacio destapado, sí pueden estilarse, pero si es un núcleo urbano, en una zona rodeada de edificios, ahí no pueden irritarse drones”.

En cuanto a los precios de las webs, hay una gran diversificación, pero cero fuera de un presupuesto ordinario: “Cuando la web se hace personalmente para esa pareja, el precio está entre 200 y 300 euros, pero todavía puede hacerse en una plataforma de bodas (las webs que ofrecen la contratación a través de ellas de cualquier servicio que pueda necesitarse para celebrar la unión) y en este caso el precio pueden ser 10 o 15 euros”, dice Ortiz.

Otro de los bienes tecnológicos que están empezando a ser frecuentes en las bodas son los de efectividad aumentada, según Ortiz: “Una pareja nos pidió una boda temática sobre una película que les encantaba y encima de la ornamento todavía incluimos efectividad aumentada con imágenes de la película”.

Un aspecto que se contempla cada vez más a la hora de planificar una boda es el reflexiva que tendrá el evento en las redes sociales. En algunos enlaces más exclusivos incluso se contrata a una persona para que ejerza durante ese día de community manager, encargado de subir a plataformas toda la información e imágenes de la boda, pero incluso muchas parejas que no van tan allá. “Nos piden que les hagamos un hashtag para ese día”, explica Ortiz, “y así todo el mundo, novios e invitados, pueden usarlo para lo que publiquen en las redes sobre la boda”.

Si hay un objeto que simboliza una unión matrimonial, es el anillo de boda. Esas alianzas que las parejas se intercambian en el momento de casarse desde el siglo XV son la imagen de una unión y todavía ahí está llegando la tecnología con los anillos inteligentes. La wedding planner cuenta que todavía ninguna pareja se los ha pedido en España, pero la tendencia está al resistir: los anillos inteligentes pueden, entre otras cosas, controlar el móvil y otros dispositivos electrónicos y monitorear el examen físico y las constantes vitales. La BBC contaba hace unos días el caso de una pareja checa que ha electo para su himeneo estas joyas/dispositivos con la peculiaridad de que cada uno de ellos pueden escuchar, gracias al anillo, el sístole del corazón del otro. Todo un ejemplo de romanticismo tecnológico.

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