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Alerta en Sudamérica por la contaminación con plomo


Aunque las concentraciones de plomo en raza disminuyeron considerablemente en las últimas décadas, las intoxicaciones con este metal pesado siguen siendo un aberración preocupante en Latinoamérica. El consumo de agua contaminada de cañerías viejas, las baterías ácidas, ciertas pinturas, los incendios, la ignición de residuos e incluso el avgas (gasolina con plomo usada en la industria aérea) siguen causando daños persistentes al medio ambiente y a la salubridad humana, detalla el sitio SciDev.Net.

En concentraciones elevadas, el plomo puede producir alteraciones cognitivas y neuromotoras, con unos 600 mil casos anuales de discapacidad intelectual en niños. Su impregnación además está asociada a afecciones cardiovasculares, respiratorias, hepáticas, renales y reproductivas.

Argentina en default ambiental: nuestros capital naturales están en números rojos

Posteriormente de África, Sudamérica es la región con las concentraciones más elevadas. El tema resulta especialmente sensible en Perú, donde más de 10 millones de personas (el 31 por ciento de la población) están expuestas a metales pesados y otras sustancias químicas, según el propio Profesión de Sanidad. De ellas, el 80 por ciento son niños de hasta merienda primaveras. Las operaciones de empresas mineras como Cerro de Pasco, que virtió plomo, mercurio y otros minerales tóxicos en el suelo y el agua durante décadas, derivaron en múltiples casos de leucemia crónica y aplasia medular severa.

En México, un estudio reveló que el 17 por ciento de niños (1,4 millones) de entre uno y cuatro primaveras estaban intoxicados por ese metal. La mayoría de las madres de los afectados había usado durante el estorbo utensilios de cerámica de espinilla vidriado, cuyo esmalte de sellado está hecho a pulvínulo de plomo.

Metales pesados, un enemigo oculto

Las principales fuentes de exposición en Argentina son las explotaciones de la megaminería; los pasivos ambientales (instalaciones abandonadas) de industrias y fundiciones; las pinturas de esmalte sintético y la mala disposición final de baterías y aparatos electrónicos. A pesar de ello, sólo el 3% de los niños de hasta seis primaveras tenían niveles asociados a una posible contaminación, según un trabajo publicado en La Plata en 2022. Trece primaveras antes, el porcentaje superaba el 15% entre niños cordobeses.

Para que las cifras sigan bajando, la ONG rosarina Taller Ecologista recomienda avanzar en una ley que prohíba el plomo en pinturas, hacer un inventario de sitios contaminados con propuestas de restauración urgente, evitar la incineración de residuos industriales peligrosos y avanzar en campañas de comunicación para concientizar sobre los riesgos graves e irreversibles que implica la exposición aguda y prolongada a esa sustancia dañina.

AO JL

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Creditos a Pablo Corso

Fuente

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